Mucha gente cae en la tentación de ser irresponsable y dejar todo en manos de Dios para que los saque de problemas. Como por ejemplo, la pareja joven que gasta de más y después le pide a Dios que les ayude a sanar su economía. O la chica soltera que decide casarse con la persona incorrecta y piensa "después voy a orar para Dios lo transforme". Dios nos prometió cuidar de nosotros, pero, ¿dónde se traza la línea entre la dependencia y el usar a Dios como si fuese un billete de lotería o el genio de la lámpara? En este mensaje, se explora la segunda de las tres tentaciones de Jesús en el desierto, y nos enseña acerca de esta actitud equivocada.